PROVOCANDO AL AZAR



La actividad artística nos ha acompañado desde los inicios, mostrándonos en su cíclica evolución el esplendor y el ocaso de las diversas culturas y sociedades al tiempo que resaltaba distintos modelos de belleza. En sus obras hemos percibido el reflejo de nuestras pasiones y deseos, de nuestros miedos e instintos más profundos.


Ideas, realidades y sueños, sentimientos y esperanzas han sido expresadas y transmitidas, al tiempo que era imitado o representado lo material y lo inmaterial que nos rodea.

En este dinámico acontecer se han manejado distintos conceptos sobre el arte, casi siempre en busca de la emoción estética. Así, surgían, una tras otra, nuevas corrientes que, antes o después, entraban en contraposición con las anteriores y que si excluimos los aspectos técnicos, no siempre han supuesto progreso sobre las precedentes.



No obstante lo anterior, ahora, quiero destacar una etapa que ocurrió ya iniciado el pasado siglo XX y que, en mi opinión, supuso un cambio radical en la historia del arte: el abandono de la práctica representacional y la necesidad de realizar un replanteamiento teórico sobre el arte. Se adopta una posición desafiante y provocativa: El arte como libertad de expresión.

Hasta entonces, la obra de arte se entendía a partir de su “realismo estético”, del propósito en representar la realidad con la mayor fidelidad posible: tendía a imitarla. El grado de “perfección” de una obra era mayor cuanto más se asemejaba al modelo que pretendía representar. El perfeccionamiento de la técnica, la apariencia en definitiva, ha sido considerado por el público uno de los factores de mayor valor artístico. Es por ello que cuando el arte se aleja o rechaza la “representación” se produce una fuerte reacción crítica e incomprensión por el público hacia esas nuevas tendencias vanguardistas, hasta el punto de llegar a considerarlas en algunos entornos como “no arte”. Y, efectivamente, no lo era desde los conceptos que sobre el mismo se tenía en esos momentos.

En este contexto, no es de extrañar que se llegara a creer que la pintura había tocado a su fin y, de algún modo, estaban en lo cierto. No olvidemos dos cuestiones importantes de esta época, por un lado la aparición de la fotografía y del cine. Y en otro sentido, la importante influencia que los impresionistas tienen en sobre el espectador. El escaso interés de éstos artistas por la “representación” hace que se modifique el rol de quien observa la obra, adquiriendo mayor implicación en la misma. Ya no se trata de observar la obra, sino de percibir el trazo, la espontaneidad, el ritmo. Es decir, la realidad empieza a valorarse no en sí misma, sino en cómo nos afecta. Se convierte en “impresión”. No es lo que es, sino cómo lo vemos.

A partir de aquí, el artista pretende algo más que el reconocimiento del público y busca producir otros efectos: desconcierto, asombro, incomprensión, ironía... Apuesta por lo irracional, lo espontáneo o lo absurdo, en lucha abierta contra todo lo establecido. Una rebelión frente a las convenciones artísticas y, sobre todo, una oposición clara a lo representacional del arte.

Destacados artistas como Jackson Pollock, con la action painting, Kooning o Kline, entre otros muchos, son un claro ejemplo de la renuncia a la figuración a favor de la espontaneidad: el azar predomina sobre la razón. La subjetividad se impone al realismo.

La casualidad adquiere especial protagonismo y, finalmente, con la “incorporación de fragmentos de realidad”, la obra de arte se transforma totalmente. Ya no nos remite a una realidad, sino que lo es en si misma. A partir de ahí, la técnica del collage resultará fundamental. El azar y la improvisación adquieren especial protagonismo, constituyendo una parte fundamental del proceso artístico; la subjetividad sustituye al canon estético.







algunas citas

Todo hace pensar que existe un cierto estado de ánimo en el que vida y muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo indirecto y lo directo, la altura y la profundidad, ya no se perciben como contradictorios". (André Breton)

“La técnica del collage es una explotación sistemática de la casualidad o la provocación cultural de la unión de dos o más realidades desconocidas sobre una superficie impropia“. (Marx Ernst)

“El collage fue la apuesta más grande en la evolución del cubismo y, por tanto, la mayor apuesta de toda la evolución del arte moderno en este siglo” (Frascina y Harrison)

“El collage no puede ser definido como una mera técnica de cortar y pegar, ya que su significación radica no en su excentricidad técnica sino en su relevancia en dos de las cuestiones que han sido planteadas en el siglo XX: la naturaleza de la realidad y la naturaleza de la pintura misma. El collage ha sido el medio a través del cual el artista incorpora la realidad en la pintura sin imitarla” (Seitz)






1 comentario:

  1. Gracias por tu reflexión sobre el arte, ayuda a comprender las tendencias y, sobre todo, lo que siente el artista. Esto me ayuda a comprender incluso aquello que me puede resultar extraño.
    Gracias a lo que expones veré de otra manera aquellas obras que, en principio, no me atraen. al menos trataré de entender al artista. .... Otra cosa es que me guste o no, eso tendrá que ver con que me llegue. El artista expresa lo que siente y el espectador recibe o no. Supongo que, tal vez, le llega o no según sus propios sentimientos. No sé...

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